La imitación del modelo, la fidelidad a la naturaleza, la idea de que la belleza es en esencia natural, la armonía de los colores, la jerarquía de los géneros, todo lo que parece definir de forma intangible las "Bellas Artes", es cuestionado por los artistas que rechazan puramente y simplemente estos cánones académicos para producir obras totalmente abstractas. Por lo tanto, es difícil, por definición, considerar el valor de una obra abstracta a través de todos los filtros académicos anteriores, ya que es precisamente el objeto de no someterse a ellos. Lo que se aplica a las Artes, y en este caso a la escultura, puede aplicarse en definitiva a la mayoría de los patrones de pensamiento civilizatorios que conforman nuestros valores. Esto explica por qué nos fascinan las obras de arte abstractas cuando no podemos racionalizar lo que las hace valiosas como arte sin tener que cuestionar nuestros propios fundamentos. Instalar una obra abstracta en su casa es admitir la verdad filosófica de que en realidad no sabemos mucho y que al no admitirlo corremos el riesgo de privarnos de todo lo que aún podemos inventar y descubrir. Admitir que el que dice o cree que sabe se equivoca por definición. Eichholtz nos ofrece una obra abstracta, realizada en latón niquelado plateado pulido e instalada sobre una imponente base de granito negro pulido. Con una altura de 33 cm, esta creación abstracta aportará un toque de arte moderno a su hogar, al tiempo que recordará a quienes se tomen el tiempo de observarla que la energía cinética y la sugerencia de movimiento que esta obra parece plantear no es en absoluto un reflejo de la forma académica habitualmente aceptada de describir y crear el mundo. Apreciará el cuidado que se ha puesto en la creación de este objeto, con un pulido perfecto, y también la elaboración extremadamente cuidadosa del granito con sus esquinas y bordes delicadamente biselados. En su despacho, encima de una consola o de su mesa de centro, en la estantería de su biblioteca, esta obra abstracta constituirá un elemento impresionante y emocionante a la vez que simboliza la filosofía del Arte Moderno, es decir, la voluntad de huir de los regímenes totalitarios arsticiales que consideran ser los únicos que tienen la verdad sobre lo que es bello y pertenece al verdadero Arte.