Lámpara de pared Saint-Roche de Eichholtz

Muy sorprendente por su belleza y originalidad, esta lámpara de pared parece estar hecha de finos palos de hielo, dispuestos verticalmente, casi al azar y formando una pared convexa. La textura que ofrece el vidrio fundido, hábilmente tintado, recuerda a los flujos de agua congelada, a la manera de los ventisqueros trogloditas que pueden aparecer como finas estalagtitas irregulares contra ciertas paredes. Estos elementos de cristal ocultan completamente el marco de latón dorado y la jaula perfilada en la que están instaladas las dos bombillas. Cuando están encendidas, las bombillas emiten una rica luz cuyos tonos cálidos se ven amplificados por el latón dorado, lo que provoca un cambio drástico en el color de los elementos de vidrio moldeado. El cristal adquiere colores dorados y reflejos en las zonas más luminosas, mientras que permanece gris plateado donde hay menos luz. Esta particular capacidad del vidrio para cambiar de color, pasando de totalmente frío a extravagantemente cálido, recuerda a las bellas creaciones del estilo Art Déco, en las que los diseñadores gustaban de utilizar las capacidades estéticas y particulares de los materiales hasta sublimarlas y convertir sus creaciones en artísticas.