Eichholtz, para sus luminarias en particular, se ha convertido en un maestro en el arte de elegir el cristal o el vidrio de la más alta calidad, elaborado a mano, soplado a boca para ciertas piezas y "trabajado en caliente" manualmente para darles las formas deseadas. El hecho de reproducir en la masa del vidrio, antes de que se enfríe, un efecto de textura, en este caso el inspirado en el ratán tejido, permite crear un bello efecto de materia jugando con la transparencia, la visión, la opalescencia y el relieve del vidrio. La fase de enfriamiento del vidrio debe estar especialmente bien controlada, ya que es determinante para conseguir la calidad visual y estructural deseada.
Ya sean muebles o lámparas, la mayoría de los productos del catálogo de Eichhholtz son reproducciones de modelos que tuvieron éxito tanto en la época del Art Decó como en los años 60 y 70, ricos en diseño. Estas reproducciones deben respetar ante todo el espíritu con el que fueron concebidas originalmente, primando las preocupaciones estéticas sobre las relativas a los costes de fabricación. Se optó deliberadamente por la artesanía frente a los métodos industrializados y se eligieron siempre los mejores materiales. Eichholtz se mantiene fiel a este espíritu para sus luminarias, que requieren la intervención de artistas y artesanos experimentados, especialmente para la producción del vidrio o el cristal que viste sus piezas de iluminación más bellas, lo que no impide que se beneficien de lo mejor del saber hacer y la seguridad actuales, en lo que respecta a las tecnologías y los materiales utilizados.
De estilo contemporáneo, pero de inspiración exótica, esta lámpara de pared está construida en torno a un marco de latón dorado con sólo unos pocos remaches visibles, y está totalmente revestida de vidrio artesanal, con una pantalla semicilíndrica cuya superficie transparente adopta la apariencia de una fina malla de mimbre trenzado. Tanto la cara superior como la inferior están formadas por dos paneles de cristal en forma de media luna con el mismo acabado, que se asemeja a un meticuloso tejido de cesta de mimbre. El vidrio ha sido trabajado a mano, lo que significa que la textura no es extremadamente regular, sino que se asemeja a la de un trenzado convencional y artesanal. Esta original textura y la alta calidad del vidrio crean soberbios efectos de brillo, reflejos y destellos, con zonas de halo de luminosidad y otras en las que permanece el aspecto gris plateado del vidrio. Estas variaciones y finas gradaciones de luz contribuyen en gran medida a la belleza y autenticidad de este hermoso aplique de Eichholtz, que tiene dos puntos de luz (bombillas E27).
Desde el antiguo Egipto, el vidrio ha fascinado a la gente por su transparencia, especialmente en el caso del vidrio fabricado por artesanos sopladores de vidrio. Estos calientan una bola de vidrio en el extremo de una caña, soplan en ella para que se hinche, mientras la hacen girar y le dan diversas formas con herramientas. El vidrio puede trabajarse a temperaturas muy altas, como el metal, y luego se vuelve muy duro y quebradizo cuando se enfría. Tanto si se trata de cristal como de vidrio hecho a mano, Eichholtz ha asumido este saber hacer colaborando con los mejores talleres de vidrio para ofrecernos luminarias y objetos decorativos magníficamente realizados en vidrio y cristal claro, es decir, transparentes.