De estilo contemporáneo, pero de inspiración exótica, esta lámpara de pared está construida en torno a un marco de latón dorado con sólo unos pocos remaches visibles, y está totalmente revestida de vidrio artesanal, con una pantalla semicilíndrica cuya superficie transparente adopta la apariencia de una fina malla de mimbre trenzado. Tanto la cara superior como la inferior están formadas por dos paneles de cristal en forma de media luna con el mismo acabado, que se asemeja a un meticuloso tejido de cesta de mimbre. El vidrio ha sido trabajado a mano, lo que significa que la textura no es extremadamente regular, sino que se asemeja a la de un trenzado convencional y artesanal. Esta original textura y la alta calidad del vidrio crean soberbios efectos de brillo, reflejos y destellos, con zonas de halo de luminosidad y otras en las que permanece el aspecto gris plateado del vidrio. Estas variaciones y finas gradaciones de luz contribuyen en gran medida a la belleza y autenticidad de este hermoso aplique de Eichholtz, que tiene dos puntos de luz (bombillas E27).
Desde el antiguo Egipto, el vidrio ha fascinado a la gente por su transparencia, especialmente en el caso del vidrio fabricado por artesanos sopladores de vidrio. Estos calientan una bola de vidrio en el extremo de una caña, soplan en ella para que se hinche, mientras la hacen girar y le dan diversas formas con herramientas. El vidrio puede trabajarse a temperaturas muy altas, como el metal, y luego se vuelve muy duro y quebradizo cuando se enfría. Tanto si se trata de cristal como de vidrio hecho a mano, Eichholtz ha asumido este saber hacer colaborando con los mejores talleres de vidrio para ofrecernos luminarias y objetos decorativos magníficamente realizados en vidrio y cristal claro, es decir, transparentes.