Algunos objetos, en este caso un espejo redondo, tienen una forma o un estilo tan inusual que parecen salir directamente de un gabinete de curiosidades, donde cada objeto tiene una cierta dosis de misterio y, por tanto, de originalidad. Este espejo, de unos 35 cm de diámetro, es realmente una pieza de ornamentación original. Además de su marco circular con profundas ranuras que dejan ver cuatro círculos concéntricos, tiene un vidrio de espejo central con una silueta ligeramente convexa que amplía el campo de visión al admirar lo que se refleja en él, pero sobre todo, está fijado a la pared mediante una barra horizontal, que lo aleja unos centímetros de la pared y, además, esta barra se puede extender o retraer, lo que permite acercar o alejar el espejo. Colocando varios de estos espejos unos al lado de los otros, se puede crear una sorprendente escultura de pared moderna, en la que las diferentes piezas pueden moverse hacia delante o hacia atrás para cambiar la apariencia. Es más un adorno de pared que un simple espejo, no sólo por su forma ligeramente curvada, sino también por su distancia a la pared. No es, por definición, un elemento que se busque habitualmente, ya que se sale de lo convencional en cuanto a la decoración o el mobiliario, sino una oportunidad original de crear un efecto espectacular y creativo en su hogar que no tendrá la sensación de encontrar en todas partes. El acabado en bronce oscuro hace de este adorno de pared un objeto que no pasará desapercibido por el efecto de contraste, pero entendemos que tampoco era esa su intención. Un objeto original de diseño retro y de estilo ecléctico, firmado por Eichholtz y realizado con el mayor cuidado.