Trofeos de cabezas de ciervos (juego de 2) acabado plateado

Antes de convertirse en objetos decorativos, los trofeos eran tanto una celebración de la victoria sobre un enemigo o una pieza de caza mayor, que proporcionaba la supervivencia o el alimento, como un honor a la sacralidad del animal o a las fuerzas superiores que hicieron posible la victoria. Más tarde, en el caso de la caza, se trataba más bien de celebrar la memoria de una cacería emblemática de forma tangible, conservando un rastro material de la misma, convirtiéndola así en testigo de una historia singular que se contará una y otra vez. Los reyes y los nobles también utilizaban trofeos como prueba de su valor al enfrentarse a los animales más salvajes o escurridizos. El trofeo debe representar al animal en toda su verdad y belleza, magnificándolo al máximo. Eichholtz le propone decorar su casa con dos trofeos, que representan dos cabezas de ciervos. Aunque se inspiran en sus antepasados realizados por taxidermistas expertos, éstos son mucho más pacifistas con los animales, ya que simplemente los representan de forma estilizada con un acabado plateado envejecido para las cabezas y negro para las placas de pared. La ejecución es acertada, rindiendo homenaje a la belleza de estos dos jóvenes ciervos, uno con la cabeza ligeramente hacia la derecha y el otro hacia la izquierda, creando un bonito efecto de encuadre si es lo que se busca. Cada trofeo tiene puntos de anclaje en la parte posterior, lo que facilita su colocación en la pared.