Algunos objetos decorativos, heredados del Renacimiento italiano, consiguen trascender los orígenes científicos, filosóficos, espirituales y místicos de forma simultánea y artística. Este es exactamente el caso de este tipo de objetos, que sabemos que son preciosos por la rareza de sus materiales y por un simbolismo ancestral que se nos escapa. La manifestación de su belleza y perfección artesanal nos empuja naturalmente a admirar estos objetos, lo que los convierte en objetos decorativos excepcionales, que imaginamos encontrados en un antiguo gabinete de curiosidades, y que instalaremos encima de nuestro tablero de escritorio a modo de objetos de prestigio con el fin de llamar la atención, seducir artísticamente, impresionar por su originalidad. Estos prestigiosos objetos están ahí para recordarnos que hay que saber salir de la vida cotidiana, de lo convencional, incluso en materia de decoración interior, sin olvidar la gracia y la belleza de las cosas bellas. Estas tres esferas están hechas en forma de un ensamblaje de piezas rectangulares de hueso bruñido en forma de mosaico con estrías retorcidas y grabadas que las atraviesan verticalmente. Estas piezas se ensamblan y luego se pulen finamente, se brillan y se satinan, hasta formar una esfera perfecta con hermosos tonos chocolate, café, whisky, sepia, vainilla. Destacan por presentarse sobre una base de latón en forma de eje vertical anillado, con una punta de cabujón con acabado de latón dorado antiguo en la parte superior. El aspecto de latón antiguo de la base se suma a la belleza mística de las esferas de hueso bruñido y la presencia de tres decoraciones de distinto tamaño crea un conjunto verdaderamente homogéneo de esplendor clásico y misterioso.