Inspirado en las famosas creaciones del diseñador francés Raymond Mathieu, que en 1950 realizó para la empresa Lunel luminarias de curvas puras, compartiendo su investigación con otros diseñadores de renombre como Renée Mathieu, Robert Mathieu o Pierre Guariche, que estarán en el origen de la creación de las luminarias llamadas "diábolos", entre otros inventos. Eichholtz actualiza el espíritu creativo y de diseño de estas creaciones con la lámpara Omnia, que tiene la particularidad de estar compuesta por tres brazos instalados oblicuamente sobre una cúpula de latón dorado, que a su vez descansa sobre una base circular de mármol negro bellamente pulido con un fino jaspeado blanco. La lámpara Omnia sigue la idea original de la serie de diseños de iluminación Diábolos, que, además de un exitoso efecto estilístico, también buscaba ofrecer la máxima flexibilidad de uso gracias a la posibilidad de girar y dirigir los flujos de luz. Los tres reflectores cónicos en forma de diábolo, acabados en latón dorado, están montados sobre rótulas de modo que pueden girar e inclinarse para dirigir cada luz como se desee. Las finas perforaciones laterales en ambos lados de las pantallas son también un legado estilístico de los diseños de los años 50, en los que cada diseñador tendía a utilizar su propio patrón de perforaciones, incluyendo círculos y estrellas. Apreciará las generosas dimensiones de esta gran luminaria que, con su estilo, belleza e imponente silueta, será uno de los elementos principales de su decoración interior y un marcador estilístico con carácter y brío. Eichholtz, una vez más, reedita con audacia una luminaria cuyo diseño fue concebido a mediados del siglo pasado, añadiendo al mismo tiempo todo el saber hacer, el lujo y la belleza de la marca, una forma acertada de casar la historia, la nostalgia, lo vintage y la fantasía creativa de la época con la modernidad de hoy.