Con sus dos metros de diámetro, esta gran lámpara colgante parece una elegante escultura artística. Con sus seis pantallas, esta luminaria se distingue sobre todo por su enfoque asimétrico, incluso podría decirse que desestructurado. Los tres postes de los que cuelgan las pantallas están instalados de forma descentrada con respecto al eje vertical principal de la suspensión. Estas pantallas son en sí mismas originales, con una forma principal semiesférica y bordes recortados con un fuerte efecto ondulante, lo que permite ver el exterior y el interior al mismo tiempo. El exterior está lacado en blanco, igual que el interior, para una mejor difusión de la luz. El resultado es un estilo de diseño inspirado en la iluminación creativa de los años 70, pero muy acorde con los tiempos que corren. La altura de la luminaria se puede ajustar gracias a la presencia de tres tubos de diferentes longitudes que se pueden combinar. Los reflectores metálicos, acabados en blanco en el exterior, combinan perfectamente con el acabado tubular de la estructura de suspensión igualmente de color blanco. La orientación de cada reflector puede ajustarse individualmente, lo que añade singularidad y flexibilidad a esta luminaria de Eichholtz.
El blanco es un color tranquilizador, brillante y zen. Si bien no es recomendable crear un ambiente decorativo compuesto enteramente por elementos blancos, saber incorporar algunos elementos blancos a su entorno puede aportar un toque original y muy positivo a su habitación, gracias a su imagen de pureza universal y a su excepcional luminosidad por definición. El blanco es intemporal y combina magníficamente con las nuevas tendencias, como el minimalismo, el estilo escandinavo y el diseño. Cuando se utiliza en las paredes, este color amplía visualmente el espacio, añade luminosidad al no absorber la luz y realza los colores, texturas y materiales circundantes con los que no compite. Fresco, refinado, urbano, el blanco puede armonizar con la madera, la tela, el metal, el ratán, el mármol, es claramente el color básico más universal. Eichholtz aprovecha la belleza inmanente del color blanco para ofrecernos numerosos objetos, a menudo de gran tamaño, que en este color aportan todo su simbolismo y frescura a nuestros interiores.