El color de este jarrón de Eichholtz es difícil de decir, negro asfalto, bronce profundo, café, cobre, ocre, marfil, vainilla, topo, arena, lino, gris níquel, blanco alabastro, se podría detectar una infinita variedad de matices en los reflejos del cristal de este jarrón. Da la impresión de haber sido quemado en la parte superior, con colores dorados cercanos a los del azúcar que bajo el efecto del calor se transforma en caramelo. Con una forma oblonga relativamente asimétrica en cristal grueso con incrustaciones de formas ovaladas irregulares que evocan burbujas de aire a la vez que multiplican los efectos de reflexión y refracción debido a su concavidad. El grosor del cristal aparece de forma pronunciada en la parte inferior del jarrón, que no está coloreada. Cada jarrón está hecho de cristal soplado a mano y es una pieza única, una creación intemporal que aportará un toque adicional de refinamiento artístico a su interior, tanto si decide colocar un ramo de flores en él como si lo utiliza tal cual, sin ningún otro accesorio.