Con o sin flores, sobre el tablero de una mesa de centro o de una consola, en el salón o en el dormitorio, este jarrón de cristal de silueta decagonal le seducirá por sus cualidades estéticas, ópticas y artísticas. El cuerpo del jarrón es ligeramente cónico, es decir, más estrecho en la parte inferior, y tiene una forma circular con 10 facetas, que definen su silueta decagonal. La superficie exterior es facetada, mientras que la interior es lisa y perfectamente circular. Este cambio de geometría es posible gracias a la masividad del cristal artesanal. La cavidad interior, donde se depositan el agua y las flores, tiene un fondo en forma de cúpula, que en este caso es completamente cóncavo. Esta base redondeada es visible a través del cristal, ya que permanece distante de la base del jarrón, que es de cristal transparente, siempre facetado en 10 segmentos. Este cambio visual de geometría y color acentúa la masividad del cristal y crea un efecto geométrico y artístico muy original, en el espíritu de los que los maestros vidrieros de Murano gustaban de realizar para sus creaciones de cristal. Con el jarrón Chávez, presentado aquí en su versión más grande, Eichholtz nos ofrece un bello ejercicio de estilo y delicadeza, con matices de violeta que van desde el pálido glicina hasta el más oscuro púrpura de obispo y pasando por un magnífico tono de púrpura.