Realización artística y representación compleja de un fenómeno hidrodinámico que todos conocemos pero que nos costaría mucho explicar desde un punto de vista puramente físico, el creador de este objeto nos ofrece un cuenco cuyos bordes adoptan la forma, a la vez convencional y aleatoria, de las grandes salpicaduras en forma de corona que produce la superficie del agua cuando se lanza violentamente un objeto en ella. Aunque es imposible obtener una visión fija de este fenómeno en la realidad, el creador de este objeto ha intentado hábilmente darle forma mediante un trabajo magistral y meticuloso de vidrio soplado. Los efectos de torsión de la base y los bordes ondulados e irregulares evocan el agua y su movimiento de forma sorprendente. Una creación de cristal claro firmada por Eichholtz, con una silueta fluida y asimétrica, con una compleja translucidez que añadirá un toque de encanto intemporal y artístico a su habitación.
Desde el antiguo Egipto, el vidrio ha fascinado a la gente por su transparencia, especialmente en el caso del vidrio fabricado por artesanos sopladores de vidrio. Estos calientan una bola de vidrio en el extremo de una caña, soplan en ella para que se hinche, mientras la hacen girar y le dan diversas formas con herramientas. El vidrio puede trabajarse a temperaturas muy altas, como el metal, y luego se vuelve muy duro y quebradizo cuando se enfría. Tanto si se trata de cristal como de vidrio hecho a mano, Eichholtz ha asumido este saber hacer colaborando con los mejores talleres de vidrio para ofrecernos luminarias y objetos decorativos magníficamente realizados en vidrio y cristal claro, es decir, transparentes.