La pureza del cristal y su incomparable brillo le confieren un aura muy especial tanto en la joyería como en la ornamentación. El cristal utilizado para crear estos dos dados de juego es el cristal K9, también conocido como vidrio óptico K9. Su densidad y pureza lo hacen adecuado para sistemas ópticos con propiedades de índice de refracción, dispersión, transmitancia y expansión térmica especialmente favorables.
El cristal no está reservado a las más bellas piezas de la vajilla fina, también se invitada a su decoración con esta magnífica creación de Eichholtz, que representa dos dados gigantes, realizados por maestros vidrieros para permitirle disponer de objetos excepcionales y prestigiosos donde el cristal es al vidrio lo que un diamante a una piedra preciosa, para creaciones de excepcional belleza, brillo, finura y resplandor.
Con estos dos preciosos adornos de cristal, Eichholtz representa a la perfección la silueta característica de los dados arrojadizos de seis caras, especialmente con la perfecta elaboración del cristal para hacer que los bordes con su bisel redondeado permitan rodar de forma elegante y eficaz. El simbolismo de los dados arrojados es muy fuerte ya que es nada menos que la encarnación del destino. Algunos jugadores sólo juegan con sus propios dados, otros realizan rituales aprendidos antes de lanzar los dados al tapete, otros exigirán un cambio de dados después de dos lanzamientos cuyos resultados no les convengan. La relación de los jugadores con este objeto insólito cristaliza, para algunos, en la suerte, para otros en la pura casualidad, el destino, lo abitrario. Nos damos cuenta de que tenemos una relación con este objeto que está lejos de ser sólo objetiva y racional.
Se supone que los dados son un generador de números aleatorios perfecto, pero esta perfección está, desde un punto de vista puramente físico y matemático, empañada por una imperfección. Las seis caras del dado no son iguales, ya que se ha eliminado material en proporción al número de agujeros que tiene cada cara, para simbolizar los números del 1 al 6. Así que el dado no está perfectamente equilibrado y esto afecta necesariamente a las estadísticas de resultados cuando se consideran miles de lanzamientos. Esto es lo que se conoce como un sesgo estadístico, ciertamente muy leve, pero no obstante real. Para superar esta "desventaja", los casinos y las salas de juego más grandes ofrecen dados cuyos agujeros han sido rellenados con pintura de la misma densidad que el material del dado. Un detalle divertido que muchos jugadores desconocen.
Una vez que haya lanzado los dados, ¡su destino como jugador se determinará en muy poco tiempo! Esta espera entre su gesto, el lanzamiento, y el resultado, el momento en que los dados se detienen, se convierte en un ritual inmutable en el que su respiración se interrumpe para descubrir febrilmente el veredicto del azar, del destino o quizás de la suerte que acaba de invocar secretamente haciendo chocar los dados en la palma de su mano... El destino, el azar, la arbitrariedad, la fatalidad y la suerte son elementos que se nos escapan y que intentamos controlar, y los dados son la representación simbólica más importante de ello. Con este juego de dos dados, Eichholtz nos ofrece una representación en cristal de gran calidad y finamente tallada de este objeto tan trascendente para los jugadores, un objeto que todos hemos manejado con fervor alguna vez. Cada dado pesa alrededor de 3 kg, lo que da una idea de la masividad del cristal utilizado, en este caso el cristal K9 con unas características ópticas excepcionales. Dependiendo del lugar en el que los coloque, se integrarán en el entorno a la vez que lo reflejarán magníficamente con mil matices y reflejos. Instalados en su escritorio, en una vitrina, en su mesa de centro o en una estantería de su biblioteca, constituirán un magnífico objeto decorativo de lujo, así como un símbolo de las elecciones que hacemos y que contribuyen a la construcción de nuestras vidas, esperando que estas elecciones no se hagan por el mismo nivel de casualidad. Un ejercicio de estilo original, lúdico y decorativo de Eichholtz y una idea de regalo de alta gama que gustará a los amantes de los objetos preciosos.
Desde el antiguo Egipto, el vidrio ha fascinado a la gente por su transparencia, especialmente en el caso del vidrio fabricado por artesanos sopladores de vidrio. Estos calientan una bola de vidrio en el extremo de una caña, soplan en ella para que se hinche, mientras la hacen girar y le dan diversas formas con herramientas. El vidrio puede trabajarse a temperaturas muy altas, como el metal, y luego se vuelve muy duro y quebradizo cuando se enfría. Tanto si se trata de cristal como de vidrio hecho a mano, Eichholtz ha asumido este saber hacer colaborando con los mejores talleres de vidrio para ofrecernos luminarias y objetos decorativos magníficamente realizados en vidrio y cristal claro, es decir, transparentes.